Con la mano negra arriba
vienen las lluvias
con recuerdos de otoños sombrios
como la debacle de aquella “Armée”, con sus Húsares
y damas finas,
bajo las águilas rusas-
pompa y boato horadando el silencio
en Moscú, Smolensko…
un estrépito de kilómetros en el frío,
sembrando huérfanos
por la necedad y ambición de un pequeño Sire,
Como otros noviembres en Verdún, el Somme
Stalingrado,
y ahora Yemen Siria Afganistán
y así.
No recordamos los muertos que fueron
la hojarasca
pues la Historia se traga los nombres;
los árboles quedan desnudos
y la muerte es un andrajo miserable.
…en fin,
Díme mon amour
¿Cómo volver a la poética de Noviembre,
su lluvia fina y su lado bello,
cómo entender al otro?
He oído el Canon de Pachelbel que interpretaba un hombre al acordeón a cambio de unas monedas. Era la tarde gris y la música
hacía una aurora en aquel trozo de calle.
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